El pasado mes de junio sucedió un fenómeno político de la mayor trascendencia: la salida del Reino Unido de la Unión Europea ( Brexit ).
Un día después las preguntas y las reflexiones no se hicieron esperar:
¿cuáles son los efectos políticos y socioeconómicos de este hecho sin precedentes?
¿Cómo nos afecta?
¿Vendrá una crisis económica mundial?
¿Cómo hacemos para enfrentarla?
Sin duda es necesario buscar respuestas, y en el camino conseguir el objetivo último de los Estados, que es procurar el bienestar de sus habitantes.
La primera reacción tras el Brexit es afirmar que nos espera un período de recesión económica. No es posible atinar de que dimensiones, pero los datos nos dan alguna evidencia: Del total de importaciones del comercio mundial, la UE representa el 16.4%, seguida de EUA (15.5%) China (11.9%). Si medimos las exportaciones, encontramos cifras en el mismo orden. Cifras nada despreciables en el contexto del comercio mundial.
Pero vale la pena una sutil aclaración: la UE no va a entrar en recesión. No, la UE ha estado en recesión desde la gran crisis financiera de 2009. En ese año el PIB decreció en 4.4% y su máximo crecimiento en los años subsecuentes fue apenas un 2.1% (en 2015).
Es por lo anterior que en noviembre de 2014 los líderes políticos y económicos de la UE implementaron una serie de medidas para garantizar el crecimiento económico del conglomerado: una severa austeridad fiscal junto con una política monetaria restrictiva pretendían incrementar los para entonces bajísimos niveles de inversión y la cada vez más alta tasa de desempleo (vale recordar las crisis de Grecia y de España para ejemplificar esta problemática).
El plan BEPS y los precios de transferencia
No es casualidad que en el entorno de la recesión, en 2012 los líderes del G-20 (del cual la UE es miembro) se reunieran para desarrollar el Plan de acción para evitar la erosión de las bases gravables y la transferencia de utilidades, BEPS (Base Erotion and Profit shifting) por sus siglas en inglés. Este plan, implementado por primera vez en 2014 busca refundar el sistema fiscal internacional y junto con las desempolvadas directrices de la OCDE en materia de precios de transferencia tiene como objetivo que la riqueza generada y su gravamen fiscal se queden en los Estados donde se origina, en beneficio de su economía y sus habitantes.
Los efectos del Brexit
Tras el anuncio de los resultados del Referéndum organizado por el Primer Ministro Británico David Cameron que confirmaron el Brexit, los efectos no se hicieron esperar: la incertidumbre, la caída generalizada de los mercados financieros, la devaluación de la libra, la apreciación del dólar.
¿Qué tanto más se ahondará la recesión? Nuevamente, no es posible dimensionarlo, pero echemos un vistazo a los datos: El 45% del comercio del Reino Unido es con la Europa Continental. Su balanza comercial es deficitaria, lo que significa que la isla compra mucho más de lo que vende a los países de la Unión Europea. Así, los principales afectados son los productores europeos (Alemania, Francia, Italia, Bélgica y Luxemburgo). Más allá del interés político, las cifras nos permiten guardar la esperanza de que se negociará tanto como sea suficiente para que el comercio no se vea afectado.
La inminente recesión y cómo preservar la riqueza
La mala noticia para México es que su economía se desacelerará a la par de la de EUA y que no le quedará más remedio que tener una profunda disciplina fiscal y una política monetaria restrictiva.
Por un lado en Banco de México deberá estar muy pendiente de las presiones en los mercados y de las decisiones de la Federal Reserve con respecto de sus tasas de referencia. Por el otro, el ejecutivo en sus funciones de hacienda pública deberá gastar cuidadosamente y recaudar lo más posible.
La disciplina fiscal y los precios de transferencia.
En este contexto de economía globalizada, las metodologías de precios de transferencia (desarrolladas apenas en la última década del siglo pasado por la OCDE) cobran una gran importancia tanto para las administraciones fiscales como para las empresas:
A las administraciones fiscales les permite garantizar que en las operaciones internacionales, las subsidiarias -de grandes grupos transnacionales- ubicadas en México efectivamente dejen en el país la riqueza que generan y pagan los impuestos que les corresponde.
A los contribuyentes –entiéndase, a las empresas mexicanas y a las extranjeras ubicadas en México- les permite conocer el entorno económico, los precios de mercado a los que debe comprar sus insumos y vender sus productos. Les permite compararse con la competencia y hacerse una clara idea de su situación en la industria. En última instancia, las metodologías de precios de transferencia proveen a las empresas de herramientas para cumplir a cabalidad con sus obligaciones fiscales, pero sobre todo, les permite maximizar su utilidad, razón última de ser de toda empresa a pesar de las condiciones adversas de la economía mundial.
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